Juan siempre fue un sujeto perturbado, siempre terriblemente ansioso y estresado hasta el hartazgo por su trabajo en la embajada de mierda, con los embajadores rompiéndote las pelotas constantemente, el chino del orto con su taichichuán y no se qué, el inglés con sus jawariús, el rusos con sus jarayós y la puta madre que los parió a todos, y la frustración de Juan por su trabajo no deseado y terriblemente esclavizante lo llevaba a acumular ira en cantidades industriales, que se escapaba ligeramente cada vez que le venía alguien con que señor el embajador francés pide hablar con usted y Juan insultaba hasta a la vieja del Franchute de mierda que son las doce de la noche y ya me quiero ir para mi casa que no se bancaba ni él mismo; y ni bien llegaba a la casa y preguntaba qué había de comer que me cago de hambre y encontraba la comida fría en la mesa y la mujer que ya se había ido a acostar hacía horas y siempre lo mismo con esta gorda inútil que me deja siempre comiendo solo, y se sentaba a la mesa refunfuñando, mientras escaleras arriba en un cuarto de seda pagada con la dura ausencia de un marido infiel y los pedazos de la promesa rota de una familia feliz, la esposa suspiraba de tristeza y sólo dejaba de hacerlo ni bien escuchaba el estruendo de la puerta abriéndose violentamente y el ¿estás despierta?, ni para coger me sirve ahora, y seguro, si se acuesta con la secretaria, con la embajadora de Pakistán, con la cajera del banco, ¿cómo voy a hacer el amor con alguien que se acuesta con todo lo que tiene patas y olor a mina?, y mientras sus pensamientos flotaban silenciosos como el viento que acariciaba el vidrio de la ventana, Juan gritaba en sueños vagos y borrosos que no me rompas las pelotas que te voy a pegar un tiro, y al lado suyo un giro y un suspiro, este algún día nos mata a todos, y un par de horas después el despertador chirriaba insoportablemente que un día lo tiro por la ventana, te juro, y Juan le daba un golpe impersonal, más para romperlo que para silenciarlo, para luego levantarse y quemarse un poco con el agua de la ducha y este calefón de mierda que anda para el orto, que algún día lo iba a tirar a la mierda, y arrastraba los pies, exhausto de su entorno, por la alfombra gris, mojándola toda y después soy yo la que tiene que secar cuándo se va y si no estaba impecable le gritaba hasta quedarse sin voz que no servís ni para secar la alfombra, sin saber por que mierda se había casado con ella, que encima de gorda era inútil y encima de inútil era gorda, y se afeitaba la barba minuciosamente sin tocar siquiera un pelo de su bigote impecable teñido por alguna que otra cana que le daba un aire más varonil que era lo que me seducía cuando entraba en la oficina con su sombrero y su portafolio y me daban ganas de que me tire ahí nomás arriba del escritorio y me tocara con sus manos asquerosas con olor a nicotina de años anteriores y me dijera que sos una putita, que no serías mi secretaria si no tuvieras tan buenas tetas, y la esposa que no sospecha un carajo porque lo único que hace es estar acostada todo el día como la gorda inútil que es, mirándolo desde la cama afeitarse cual dictador impune de una vida robada y un día se iba a morir y yo iba a ser libre, libre para levantarme de esta cama, libre para formar una familia como esposa y no como esclava, libre de una vez por todas de aquel suplicio de polo inaccesible que jamás veía su crepúsculo, en el cual estaba presa hacía ya 14 largos años en los que había visto canas poblarle el pelo, arrugas desfigurarle la cara, los rollitos de mierda que me tienen loca, y por lo menos 10 años enclaustrada en la cama, 10 años, 10, 11, 12 y el reloj con malla de oro y vidrio de cristal de Juan tenía la arandelita de mierda que se corre ni bien la tocás que algún día la arranco a la mierda en el 12 que ahí esta en su lugar, en el lugar en el que vino de fábrica y en el lugar en el que iba a estar hasta que a mí se me de vuelta el culo y la ponga en el dos, porque todo lo molestaba últimamente, todo le rompía soberanamente las pelotas, los embajadores de mierda, el despertador, la gorda, el calefón del orto, que un día me voy a cagar quemando vivo si no se arregla esa mierda; y ya aseado y afeitado, con excepción, por supuesto, de ese bigote varonil que me mueve las hormonas y me dan ganas de entregármele toda arriba de la mesa del escritorio de roble; se dirigió a su auto de mierda que tiene más problemas que los Pérez García, con su patente vencida de la camada anterior y sus vidrios polarizados por la mugre que había venido acumulando desde hacía ya años, y que hacía juego con los asientos mugrientos estos que si no los limpio yo no los limpia nadie porque la gorda de mierda no es capaz ni de pasarle un trapo, es más inútil que un forro pinchado, y apoyaba la espalda en la grasa, daba una vuelta a la llave, hundía el pie en la capa de suciedad que recubría el acelerador, y allá iba Juan el mal vecino que se la pasa gritando y nunca nos deja dormir, que le tenemos que tapar los oídos a mi nene para que no escuche las barbaridades que le grita a la pobre Cristo de la mujer que es una gorda de m….y no se cuantas chanchadas más, y yo que tengo dos hijos que se la pasan repitiendo lo que escuchan al lado y yo que tengo una bebita y el sacado de mi vecino que pone su música a todo lo que da y ya no se que más hacer para que los vecinos del orto me dejen de romper las bolas con que baje la musiquita señor que tengo nenes y la re concha de sus madres, ahora te la subo más porque yo la escucho alta y estoy todo el día rompiéndome el orto en el laburo y llego a mi casa y todo el mundo baje la musiquita un día los voy a cagar a tiros y la gorda inútil de mi mujer que no es capaz ni de llevarme un vaso con soda mientras corto el pasto que no corta nadie, porque a todo el mundo le chupa un huevo todo, y me grita también que la musiquita y me tienen las pelotas inflamadas porque si no limpio yo, la casa es una mugre, y se la pasa quejándose de que no hago nada pero ni bien intento hacer algo me grita porque lo hago mal y no se cómo quiere que haga las cosas, y me pide el mate pero siempre está o muy frío o que te pasaste con la azúcar, es un asco este mate de mierda, ni para hacer mate servís, y le paso el trapo y se queja, con la comida se queja y cuando no la hago se queja todavía más y ya no se, no hay una que le venga bien, nunca hace un carajo y encima cuando lo hago yo, se queja de que no paso tiempo con ella, no hay poronga que le venga bien, cómo a todas las minas, y sus pensamientos se perdían entre los punteos de una guitarra eléctrica que salían del estéreo de mierda que se escucha para el orto, un día lo arranco a la mierda y le pongo un Sony, que los Sony sí son buenos, no como esta poronga, y escuchaba las mismas cuatro canciones que había venido escuchando desde hacía diez míseros años en el camino al trabajo nuevo que me dieron, no sabés, mi amor, es la embajada, ahí esta la movida, ahora vamos a poder ahorrar, comprarnos una casita, formar una familia, irnos de vacaciones, mi amor, que suerte, al fin una buena mi vida, tanto tiempo que esperaste a que te ofrecieran el puesto y al fin te lo dieron mi amor, celebremos con una copita de champán y habían sido tan felices esa noche, el futuro al fin se veía prometedor en aquel instante que la furia y el malhumor habían ido borrando de la mente de Juan hasta que sólo quedaba la vaga silueta de una sonrisa en algún recuerdo borroso de antaño en blanco y negro, de una vida que hacía años ya no era suya y era del trabajo de mierda que me tiene las bolas llenas, en el que entraba a las ocho de la mañana y salía a las doce de la noche con suerte, si al ministro de Yugoslavia se le canta el octavo forro del orto posponer la reunión de mierda, en la que las venas que hacía años tenía grabadas en el cuello le bombeaban sangre a su boca para seguir gritándoles órdenes a sus subordinados inútiles, que le sirvan un café, carajo, que me quedo dormido, que me traigan el Olé que quiero ver como salió boca, que me traigan un almohadoncito para apoyar las patas con olor a queso fermentado de la época de Colón, que arriba del roble se me duermen, pero señor no podemos, pero señor tres carajos, que se la saquen a la reina de Inglaterra y se la traigan si es necesario, que se naden el Atlántico de espaldas, me chupa un huevo, pero me la traen o los echo a la mierda, carajo, estos pibes de ahora que les chupa todo un huevo y no tienen respeto por sus superiores, porque ahí mandaba él y él era la ley y el orden, y cualquiera que se me retobe lo hecho a la mierda, que me vienen a joder con sus no puedo y sus pero señor por favor sea razonable, y encima le venían a pedir un aumento después, pero que aumento ni que poronga, volá de acá que te echo a la mierda, y giraba en su silla de cuero, asediado por el abrumador tedio que el incesante juguetear de sus dedos con la corbata lisa color morado no había podido aplacar siquiera un poco, mientras el pobre diablo al que había contratado, para que le traiga el café y que más, si lo único que saben hacer estos pendejos es bolitas con el moco, palidecía ante algún pomposo ministro europeo tratando de explicarle que el señor está muy ocupado porque le surgió una reunión de último momento y no la pudo posponer, y el gallego me respondía que joder, siempre lo mismo con este tío, y yo me limpiaba el sudor frío de la frente y me preguntaba cuantas veces más iba a poder meterle una excusa para que se vaya mientras el jefe se rasca las bolas en su oficina, con las patas desnudas apoyadas en el almohadón improvisado con un trapo de piso y algunas plumas que le habían podido arrancar a alguna pobre paloma que habían encontrado en el techo para servir a su señor y amo que algunos sospechaban, podía dictar las leyes de la física, y corrían a traerle el sudoku para que no se aburriera, porque si llega a ponerse cabrón la ligamos todos, y Juan que fruncía el seño, perturbando ligeramente la tranquilidad de su bigote dictatorial, esta mierda no me sale, es imposible, que venga alguien y me lo resuelva o los hecho a todos a la mierda, y siempre lo mismo con este trabajo de mierda que tengo, no veo la hora de jubilarme, a pesar de que ya estaba en los cincuenta años, la puta que me parió, ya estoy viejo, y la edad que se le escurría por los canales que formaban las arrugas en su piel, en la putrefacción avanzada de los dedos de sus pies, con la uña del dedo gordo encarnada por enésima vez, la puta que la parió, cuantas veces la voy a tener que arrancar con la pinza que encontraba en la caja de herramientas que llevaba por todo el patio de la casa como si fuera parte de su cuerpo, para sacar y poner clavos y cambiar lamparitas y hacer algún que otro agujero en la pared, y la puta madre no termino más, encima que la gorda inútil de mi esposa no es capaz de darme una mano, ni siquiera de traerme un vaso de soda, o un puto mate, porque estaba crucificada a la cama, pobre cristo, nunca sale, antes hablaba conmigo en la medianera, hace años ya, antes de que nacieran mis nenes, antes de que empezaran la música fuerte y los gritos del sacado del marido que nos atormenta día y noche, porque por más que Juan pasaba más de tres cuartos del día en el trabajo, de alguna manera pasaba otros tres cuartos del día en la casa, molestando al inmolestable, gritándole ordenes a sus esclavos por teléfono, que para mañana a primera hora quiero todo el papeleo en mi escritorio, el sudoku, el almohadón, el café y me llaman a Marianita la secretaria, que me la vengo empomando desde hace años sin que nadie se de cuenta, por más que solo había entrado a la empresa la semana pasada, porque Marianita vestía una cara diferente cada mes pero que me importa, lo que importan son las tetas, que tenga buenas tetas, eso es lo único que le importa, el busto, y se cree que no nos damos cuenta que obliga a las pobres jóvenes que emplea a darle el placer vacío y hueco que no encuentra ya ni en el futuro, ni en el pasado borrado de su mente, ni en la promesa de una familia, ni en su reflejo en las iris tristes de su condenada esposa, enterrada viva en la cama, se cree que no escuchamos los gemidos, los gritos de auxilio, se cree que no nos preguntamos por que cambia de secretaria cada semana, por que las chicas salen llorando, o con la vista perdida en el vacío, si el monstruo había salido de repente de uno de los cajones del escritorio y la había llevado a la fuerza, de los pelos a la cárcel dorada con el escritorio de roble y la había agarrado con sus manos gastadas de fumador compulsivo invisible, ya que nadie le había visto nunca un cigarrillo en la mano, con su pútrido aliento, que te quedes quieta carajo, y le abría la blusa, toscamente, falto de toda atmósfera seductiva, alucinando con que soñábamos con su bigote sucio y barriga sudada en nuestras siestas de verano, enclaustradas en la empresa que regía la bestia de los gritos, pero que le vamos a hacer, quién le va a decir algo, si algún día saca un arma y los cago a tiros a todos así que no vieron nada y nadie abre la boca, y bajaba la mirada de cerdo frustrado hacia la hoja casi completa del sudoku de hoy y ponía el último número que le daba todo y la puta madre hoy los terminé todos así que me traen otro, pero señor vienen con el diario, y hagan salir la edición de mañana hoy, no se, pero me lo traen o los echo a la mierda a todos, y se paraba a mirar por la ventana, embadurnado en la mugre de un amor apurado y carnal que solo él creía disfrutar, porque no lo satisfacía, nada lo satisfacía, ni siquiera el intento de recordar aquellos días en los que miraba la luna y se emocionaba, miraba el sol poniéndose y era más un ¡que hermosura!, que el la puta que lo parió ya es de noche de ahora, y agarraba el maletín, el sombrero y el diario y se perdía en los pasillos que daban al auto, ignorando que señor no llenó los formularios que le mandaron de Nueva Zelanda, y llénenlos ustedes para que carajo les pago, inútiles, la puta que los parió, no sirven para nada, y abría la puerta agobiado por otro día del orto en el trabajo de mierda que me tiene las bolas llenas y se lanzaba hacia la noche, que se alejaba de él, un poco por miedo, un poco por las luces altas que no debería tener puestas en la calle este pelotudo que no veo un carajo, las luces pelotudo, pelotudo vos malcojido, bajate del auto que te cago a trompadas, y deslizaba la mano robusta abajo del asiento y sacaba el arma y ahora vas a ver como te cago a tiros pelotudo, porque la tenía ahí abajo por si a algún negro de mierda se le ocurre robarme, estos negros de mierda hay que matarlos a todos, hay que quemarles las chocitas de mierda en las villas sucias esas donde las pendejas se prostituyen a los 9 y te hacen un pete por dos pesos, sucias de mierda, que cuelgan la ropa en la reja que da a la autopista y me dan un asco que los cagaría a tiros, un día cuando me vengan a limpiar el vidrio en el semáforo les voy a pegar un tiro y van a ver esos negros de mierda, y cada vez que agarraba el arma más ganas le daban de cumplir todos sus algún día ese mismo día, algún día me voy a rayar y van a ver todos, porque todos están contra mí, hasta esta antena de mierda que no me agarra la radio, un día la arranco a la mierda, y las voces distorsionadas de la estática de la radio se burlaban de su furia en su cabeza desde hacía meses que tengo esta radio de mierda sonándome en el oído, te juro que escucho una radio, no se que carajo será, y al médico no voy un carajo, si son unos charlatanes ineptos que no sirven para nada, que cada vez que le habían puesto un yeso se lo había sacado a la mierda porque total yo me curo sólo, y el dolor me lo banco, pero la radio te juro que me tiene las pelotas llenas, lo molestaba mientras desplazaba agresivamente por el patio para entrar a su casa, y otra vez la comida fría esta gorda inútil que no sirve ni para hacerme compañía, no se para que me casé, mientras comía con la boca abierta pasando frenéticamente los canales sin ver ni oír nada, porque hacía años que ya no veía ni oía nada, a tal punto que no notó la ausencia de la mujer en la cama ni la primer noche, ni la cuarta, ni al año siguiente, nunca se preguntó si se había escapado con algún amante, si se había ido sola, o si simplemente se la había tragado la cama, no, se despertó que la gorda de mierda no sirve ni para hacer el desayuno, y tampoco notó que los vecinos se habían mudado hacía ya años, se metió en el auto que los vecinos de mierda, mirá como les pongo el equipo de música a todo lo que da y se lo dejo prendido todo el día, y tampoco notó que no quedaban autos ya en la calle, ni tampoco gente, manejó que un día voy a agarrar el arma y voy a matar a todos los negros de mierda que te roban y a todos los pelotudos que te pelean por cualquier boludés, y tampoco notó que ya no quedaban ni su secretaria ni sus empleados, que el ministerio se había mudado de edificio, que lo habían reemplazado, que ya nadie escuchaba sus órdenes de que me traigas el sudoku carajo, y la almohadita, y decile a Marianita que pase, porque hacía años que se había quedado solo, completamente solo, cortando el pasto de mierda que si no lo corto yo, no lo corta nadie, cambiando lamparitas, sacando clavos y haciendo agujeros y pasaron varios años hasta que se despertó y no vio a la gorda de mierda y donde carajo se metió, no vio a los inútiles de sus empleados, donde carajo están, no vio al negro de mierda en el semáforo, la puta que los parió, dónde carajo está todo el mundo, que los traigan ahora, como se atreven a dejarme, hijos de puta, desagradecidos, con todo lo que yo hice por ellos, me rompo el culo laburando para que a la gorda puta de mi mujer no le falte nada y me abandona, les pago el sueldo a mis empleados y me renuncian, la puta que los parió, y sólo quedaba él en el mundo para sacarse la furia de sus un día los voy a cagar a tiros a todos, nadie a quien gritarle, nadie a quien ordenar, la puta madre, como se atreven a dejarme solo, y buscó el arma debajo del siento pero no la encontró, ¿vos también, la puta madre?, así que se acostó en la cama y cerró los ojos, algún día volverán, hijos de puta, no son nada sin mí, y se durmió sin soñar, para mañana llegar temprano al trabajo de mierda que me tiene las bolas llenas, y volver a engañarse en su ilusión de antaño, dónde, al igual que desde ya hacía diez años en la triste realidad solitaria, sólo se escuchaban sus gritos y el silencio que hacía eco en el hueco de soledad inllenable, que corrompía su alma oxidada y destruida….
viernes, 28 de noviembre de 2008
Soledad
Soñado o imaginado por
Tenebroso Lucas
En el siguiente momento de la vida:
11/28/2008 01:26:00 a. m.


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