miércoles, 22 de octubre de 2008

Amor Industrial

Recuerdos color ruido, chirridos sabor noche, cadenas olor vos.
Mar de piedras y basura entre vastas y pútridas maderas; escenarios pálidos y llenos de rojo.
Rojo, rojo por doquier, rojo, rojo.
Discos oxidados y rieles que de música sirven al sentir de Platón, suyas son mis sonrisas, vuestros los rincones de mi mente que de letras me distraen y definen en ritmo a los tambores del amar.
Tonalidades de marrones infinitas en profundidad que disparan, de a momentos, contra mi sanidad; y siempre el mismo sonar es el que incita a los tímpanos a enamorarse ante la mínima reminiscencia de sus Bemoles y Mayores, todas notas muertas, enterradas y olvidadas.
Óleo sagrado que limpia; santa inocencia que ensucia ¡Oh! ¡Cómo, si me postrara yo, destruiría a las hadas y a sus bosques la cuota de realidad carnal que detrás del vuestro velo oriental se esconde!
Muerte a los ángeles de la salvación y vida eterna a quien mucho se contentare con el cantar de los funestos vagones añil.
Una historia de amor de dos, susurrada con recelo en la sinapsis de las neuronas de uno.
Las mías condolencias, las vuestras carcajadas, las mías también.
Y sólo dos palabras, con seis mil seiscientos setenta y un millones seiscientos setenta y nueve mil treinta y cuatro significados diferentes podrían resumirlo todo, sin ser del todo mentira, sin ser del todo verdad.
¡Muerte al que las pronuncie! ¡Ruede su cabeza en polvo!
Pero esto es mío, el silencio y el amor industrial que evoca en mi mente con una simple bocina, todos los recuerdos que regocijo traen a mí cansada ánima.
Y nunca me canso de soñar con que quizás algún día musiten tus labios mi nombre en la umbra de una sonrisa....

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