jueves, 18 de septiembre de 2008

Caos Azul Petroleo

Negro.

Una expresión sombría.

-Somos los juguetes del destino.

Una expresión resignada.

-Lo sé.

Una mirada fulminante.

-Dispara.

Una mirada cobarde.

-¿De qué hablas?

Unos ojos entrecerrados.

-Vamos, hazlo ya. Dispara.

Azul de Prusia.

Uno ojos temerosos.

-¿Lo sabes?

Un movimiento de cabeza.

-¿Saber qué?

Un ceño fruncido.

-¿Entonces?

Intensidad que crece.

-Dispara.

Un intento fallido.

-¿Qué es lo que te pasa?

Una corta pausa.

-Dispara.

Una pausa larga.

-Estoy embarazada.

Silencio.

El sonido de la voz anterior.

-Lo siento.

Rojo.

Un ademán furioso.

-¡Mentira!

Un vacío en el alma.

-Lo siento.

Largo pelo rojizo.

-¿Por qué?

Largo pelo castaño.

-Cometí un error.

Una grave voz femenina.

-Imperdonable.

Una suave voz de mujer.

-Te amo.

Una amarga advertencia.

-Calla.

Blanco.

Una propuesta.

-Cásate conmigo.

Perplejidad.

-¿Qué locuras dices?

Una verdad.

-Te amo.

Una mentira.

-Yo no.

Añil.

Dolor y silencio.

Una respiración cortada.

Prosigue la voz grave.

-¿De quién es?

Un latido de corazón.

-Nuestro.

Indignación.

-¿Pero que dices, niña?

Unos ojos cerrados.

-Lo que oyes, niña.

Escarlata.

Ira.

-¡No me mientas! ¡No me mientas!

Calma resignada.

-Entiende.

Perplejidad.

-¿Que entienda?

Unos pasos hacia delante.

-Entiende.

Gris.

-Pides demasiado.

Una lagrima.

-Te amo.

Un silencio.

Un movimiento en cámara lenta.

Amarillo.

-Yo también.

Un abrazo profundo.

-Lo siento.

Un beso en la frente.

-Yo también.

Ocre.

Sangre que se vuelve plata.

-Por favor, no.

Una media vuelta.

-Lo siento.

Otra lágrima.

Un adiós murmurado.

Y el Caos Azul Petróleo que consume la mente e inunda la habitación.

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